domingo, julho 25, 2004

Diz-me


LA QUE HABLA

Cállate, por Dios, que tú
no vas a saber decírmelo.
Deja que abran todos mis
sueños y todos tus lirios.
Mi corazón oye bien

la letra de tu cariño.
El agua lo va temblando
entre los juncos del río,
lo va estendiendo la niebla,
lo están meciendo los pinos
(y la luna opaca) y el
corazón de tu destino...
¡No apagues por dios, la llama

que arde dentro de mí mismo!
¡Cállate por dios, que tú no vas a poder decírmelo!
 
Juan Ramón Jiménez